En este capítulo estaremos hablando sobre un
tema muy importante, pero a veces, que no se habla mucho. Sobre el perdón de
pecados. Generalmente cuando pensamos en pedir perdón, pensamos en los
inconversos, en aquellos pecadores que no conocen a Dios y que si necesitan
volverse a Dios para ser perdonados. Pero nosotros, que ya somos sus hijos, nos
conformamos con simplemente decirle “te pido perdón por mis pecados” así, de
forma general, pensando que esa formulita nos salva de pensar en todas las
ofensas que cometemos contra Dios diariamente.
Claro que cuando nos convertimos, pedimos
perdón por todos los pecados cometidos antes de conocer a Cristo, y su sangre
nos limpia de toda maldad.
Ahora que ya ha pasado tiempo desde que nos
convertimos, pensamos que no es tan necesario pedir perdón, porque ya hay
muchas cosas que dejamos de hacer, sobre todo en los pecados visibles.
Pero Jesús nos enseñó que debemos orar pidiendo
perdón por nuestras deudas; así que debemos orar pidiendo perdón por nuestros
pecados. La Biblia nos enseña que “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados, y limpiamos de toda maldad” 1 Jn 1.9
La palabra confesar significa declarar lo que
hemos hecho, contárselo a Dios, y también decir lo mismo que Dios dice, en
otras palabras, si Dios dice que eso está mal, entonces nosotros confesamos que
eso está mal.
¿Cuándo debemos pedir perdón? ¿Una vez al día,
a la noche antes de dormir? Yo creo que en el momento en que Dios nos muestra y
nos damos cuenta que hemos pecado y fallado delante de Dios, ese es el instante
preciso para orar pidiendo perdón. Claro que en nuestra oración diaria, de la
cual venimos hablando en esto capítulos tenemos que pedir perdón, que Dios examine
nuestras vidas, nuestros corazones, y nos muestre aun las faltas que cometimos
sin darnos cuentas o engañándonos a nosotros mismos. Mientras agradecemos por
el sacrificio de Jesús en la cruz, mientras pensamos en la sangre derramada a
nuestro favor, dejemos que el Espíritu Santo inspeccione nuestro corazón,
nuestras intenciones y nos muestre por lo que debemos confesar y pedir perdón.
Pero la palabra deuda abarca más que solo los
pecados. Una deuda es una obligación que se tiene con otra persona. Por lo que
pregunto, ¿Cuánto le debemos a Dios? ¿Cuántas obligaciones no cumplimos y
estamos en deuda con Dios? No solamente es lo malo que podemos llegar a
cometer. Y ya he hablado de los pecados visibles, existen también los pecados
invisibles, de los cuales es más difícil deshacernos porque muchas veces nos
engañamos a nosotros mismos pensando que no es malo o tan malo como algo
visible. Por ejemplo, pensamos que es peor asesinar a alguien que odiarlo,
cuando Jesús enseño que son igual de malos (Mt 5.21-22). Lo mismo podríamos
decir de la fornicación y/o adulterio y el desear la mujer ajena (Mt 5.27-28).
Para Dios ambos pecados, el visible y el invisible son iguales, pero nosotros
somos los que los catalogamos como peores o menos malos. La Biblia nos enseña que
nosotros debemos renovar constantemente nuestra mente, nuestros pensamientos
quitando la amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y milicia,
revistiéndonos de la mente de Cristo y del nuevo hombre (Ef 4.17-32)
También la Biblia menciona que no hacer lo
bueno que uno sabe que debe hacer es considerado pecado o una falta ante Dios
(Stg 4.17). Así que no nos sirve de nada aislarnos y no hacer lo malo, sino que
activamente debemos hacer el bien. Debemos ser proactivos en ayudar, en amar,
en servir a los demás. Porque esto es lo que Dios nos pide, que seamos como El,
que hace salir el sol sobre justos e injustos. Que no da según la apariencia o
la buena relación que tenga sino que el ama y por eso da, nosotros también
debemos actuar de esta manera. En la Palabra hay muchas tareas que Jesús nos
asignó y si no las cumplimos, estamos en deuda.
Para concluir quiero recordarles entonces, que
cada día, al menos en nuestra oración diaria, debemos examinar nuestro corazón,
dejar que el Espíritu Santo nos revele cuáles son nuestras deudas (lo malo
hecho y lo bueno no realizado) y pidamos perdón a Dios.
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