lunes, 5 de enero de 2009

La luz en el candelero Mr 4.21-23

“También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. Si alguno tiene oídos para oír, oiga.”

En este pasaje Jesús esta enseñando que la luz sirve, no para esconderla sino para que alumbre, y se coloca en algún lugar desde donde pueda iluminar bien.
Jesús, nuestro Señor, es la Luz del mundo. Él vino a la tierra como la luz y alumbró a los que lo escuchaban. Hoy nosotros tenemos a Dios en nuestros corazones y debemos llevar su luz bien en alto. Su mensaje debe ser escuchado por todos los que nos rodean, no debemos escondernos bajo la cama, temblorosos y con miedo, antes debemos anunciar al mundo sobre Jesús, su muerte, resurrección y sobre la salvación que Él nos da si confesamos nuestros pecados y lo reconocemos como Señor y Salvador.
La luz alumbra lo oculto, lo escondido. Los pecados que no queremos que otros vean, las acciones que hacemos en la noche, en la oscuridad quedan expuestos cuando la luz de Cristo entra en nuestros corazones. Debemos sacar todas nuestras suciedades e inmundicias que tenemos escondidas de la vista de los hermanos y pastores de la iglesia, dejar que la luz de Dios se derrame en nuestros corazones para vivir la vida que nuestro Señor quiere darnos.

Recordemos que no nos podemos esconder de esa luz, tarde o temprano se sabrá lo que hemos hecho y las intenciones del corazón. Todo saldrá a la luz, por eso si tenemos oídos para oír, prestemos atención a los que Dios nos esta diciendo antes de que sea demasiado tarde.