viernes, 5 de junio de 2009

Santiago 1.12-18

Santiago 1.12 - 15 Tentación

12 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. 13 Cuando alguno es tentado, no diga que es tentado de parte de Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal, ni él tienta a nadie; 14 sino que cada uno es tentado, cuando de su propia concupiscencia es atraído y seducido. 15 Entonces la concupiscencia, después que ha concebido, da a luz el pecado; y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte.

Bienaventurado, doblemente feliz, la persona que soporta la tentación.

La diferencia entre tentación y prueba es que esta es para perfeccionarnos, mientras que la primera es para que pequemos y abandonemos el camino de Dios.

Por eso la promesa de que al haber resistido la tentación, recibiremos la corona de vida que Dios nos ha prometido, ya que nos ama.

Luego Santiago hace una aclaración muy oportuna, ya que muchas veces pensamos que es Dios el que nos tienta, pero queda claro que Dios no puede ser tentado, no puede ser inclinado a hacer el mal, a pecar, ya que es Santo y no tiene ninguna relación con el pecado ni la tentación. El si nos prueba, pero como vimos antes es para perfeccionarnos.

La tentación proviene de nuestro viejo hombre, de nuestros viejos deseos pecaminosos, o como lo dice Santiago, de nuestra concupiscencia. Somos atraídos y seducidos, comenzamos a pensar en esa tentación, a verla no tan mala, a decir que en nuestro caso estaría bien… y cuando dejamos que esos pensamientos y sentimientos aniden en nuestra cabeza, queremos realizar la tentación, la vemos como posible y hay es cuando pecamos. Y el pecado solo trae como consecuencia muerte, separación, con la persona que ofendimos, tal vez amigos o familiares, pero sobre todo nos aleja de la presencia de Dios.

Concupiscencia -> Pecado -> Muerte

16 Amados hermanos míos, no erréis.

Santiago nos vuelve a recalcar que no erremos, por un lado que no pensemos que las tentaciones provienen de Dios, pero también que no pequemos, ya que esto solo provoca muerte.

17 Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de variación.

Todos los regalos y los dones que recibimos, lo bueno que nos pasa, desciende de nuestro Padre, de Dios, el cual es inmutable. No cambia ni siquiera hay una pizca de cambio. El es el mismo por siempre, nosotros cambiamos, envejecemos, modificamos nuestros pensamientos y actitudes, pero Dios sigue siendo el mismo, aunque nosotros pecamos y caemos en tentación, Él sigue siendo Dios que nos da dones y dádivas buenas. Que hace salir el sol sobre buenos y malos. De este solo versículo podemos aprender que Dios es bueno (para dar buenas dadivas hay que ser bueno), es la luz del mundo (ya que es el Padre de las luces) y no cambia (no hay mudanza)

18 El, de su voluntad, nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que seamos primicias de sus criaturas.

Es su voluntad que naciéramos, es su voluntad que estemos aquí hoy, es su voluntad que hayamos nacido de nuevo por conocerlo a Jesús, la palabra de verdad, el verbo. A través de Su Palabra y del Espíritu Santo, dos agentes de la verdad, hemos vuelto a nacer para ser primicias, los primeros frutos, los escogidos, los mejores, de sus criaturas, de todo lo creado.

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