jueves, 21 de mayo de 2009

SANTIAGO 1.1-11

1.1 Saludo
  • Santiago hermano del Señor, al principio no creyó en él hasta que se encontró con el Cristo Resucitado 1Cor 15.7; y se convirtió en una de las columnas de las iglesias de Jerusalén. Se considero así mismo siervo, No se vanaglorió de su posición.
  • Llama a Jesús Señor.
  • Se dirige a las doce tribus que son el pueblo de Dios, o sea nosotros.

1.2-8 Fe vs Duda

1.2 Regocijarnos: Cuando somos sometidos a prueba. Ese debe ser nuestra reacción, que no es solo una emoción sino una elección deliberada

1.3 Conoce: Cuando tu fe es sometida a prueba, da como fruto paciencia. (Capacidad de resistir). La prueba permite verificar la verdadera fe y no es falsificada

1.4 Resiste: De manera que Dios tenga tiempo suficiente para hacerte semejante a el por medio de la prueba. Esta limpia, purifica y perfecciona nuestra fe.

Fe + prueba = paciencia -> perfección

1.5 ¡Pide a Dios sabiduría!: Cuando venga la prueba sino sabes que hacer, El sabe y quiere ayudarnos. Recordemos que sabiduría no es tener mucho conocimiento, sino poder aplicar lo que sabemos para gloria de Dios y beneficio de los que nos rodean. Es saber que Dios sigue al control de todo y que debemos amarlo y obedecerlo pese a la prueba.
Dios da generosamente sin menospreciar a nadie.

1.6 Pedir sabiduría pero con fe que es la misma que es probada.

1.6-8 Duda

1.6 Cambia de Opinión: Semejante a la onda del Mar.

1.7 Si pide algo a Dios no lo va a recibir.

1.8 Inconstante en todo lo que hace.

1.9-11 Pobre vs Rico
  • Pobre: Se debe gloriar en que Dios lo exalta. Dios lo hace su hijo y puede participar de sus bendiciones
  • Rico: Se debe gloriar de la humillación. Recordar que Dios nos quiere humildes, que no es poderoso porque tenga riquezas ya que estas se marchitaran como la flor de la hierba.

martes, 12 de mayo de 2009

Mr 11.18”… todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.”

Jesús está en Jerusalén, ha entrado montado en un pollino, mientras la multitud gritaba “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”. Al entrar en la ciudad Jesús se dirigió al templo, miro alrededor y como ya anochecía se fue a Betania con sus discípulos.

Al otro día, ocurre el episodio con la higuera estéril, símbolo de Israel, abundancia de hojas, apariencia de árbol vivo y bueno, apariencia de buenas obras, pero sin fruto, sin la vida de Dios, sin cumplir su propósito. Y al ver la higuera sin frutos, le dijo “Nunca jamás coma nadie fruto de ti.” Que palabras duras, para temblar, porque exactamente eso fue lo que le paso al templo y a Jerusalén, se secaron, quedaron destruidos por no buscar a Dios, por aparentar espiritualidad, “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.”. Desafiando a Dios con sus tradiciones humanas.

Luego de este episodio con la higuera, Jesús entra al templo y comenzó a echar a los vendedores y cambistas, que se enriquecían por medio de la religión, se aprovechaban de los pobres, de los que venían de lejos a adorar en el templo. Claro que al verse los sacerdotes sin su fuente de ingreso se enojaron con Jesús y querían matarle. Pero a la vez, le tenían miedo (increíble que sacerdotes le tengan miedo a un predicador itinerante ex – carpintero, ¿no?) porque el pueblo estaba admirado de la doctrina de Jesús. Igual que pasó en las sinagogas de Galilea, una provincia alejada de Jerusalén, así pasa ahora en esta gran ciudad, llena de maestros de la ley, sacerdotes y escribas. El pueblo admiraba las enseñanzas de Jesús, porque el vivía lo que predicaba, el enseñaba con autoridad, no solo eran palabras sino una vida de acción que respaldaba lo que decía. Y como no se iban a maravillar y como no iba a ganarse a los “lideres espirituales” de enemigos?

Jesús, en este pasaje, nos deja una advertencia sobre los falsos líderes, que se secaran como la higuera estéril, y un ejemplo de cómo ser un verdadero líder, viviendo lo que enseña, asombrando a los que nos escuchan.

viernes, 8 de mayo de 2009

Mr 7.7 “…Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.”

En este pasaje vemos el contraste entre la doctrina enseñada por Jesús que proveniente de Dios, y la enseñada por los fariseos, que es llamada mandamientos de hombres.


1. ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas?

Vemos a los fariseos condenando a los discípulos por no lavarse las manos al comer. Ellos están interesados en cumplir cada una de las tradiciones para así parecer más buenos y espirituales ante los demás judíos.

2. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús?


Jesús los desenmascara diciendo que están cumpliendo lo dicho por el profeta Isaías, o sea, tienen el corazón lejos de Dios, y solo se preocupan por enseñar mandamientos establecidos por los hombres y no por Dios, incluso hasta llegan a invalidar los mandamientos dados por Dios con sus propias tradiciones.

Debemos tener mucho cuidado de no caer en el mismo error que los fariseos, ya que las tradiciones pueden apartarnos de Dios al conseguir nuestra propia auto-justificación. Debemos tener nuestra mente siempre atenta a la Palabra de Dios, a desechar doctrinas de hombres y obedecer lo que Dios nos ha mandado.
Muchas veces nosotros fabricamos tradiciones basadas en la Palabra de Dios, y nos vamos acostumbrando a seguir estas tradiciones o mandamientos de hombres. Al pasar el tiempo solamente se recuerdan las tradiciones pero no el origen (la Biblia) y se siguen practicando porque “siempre se hizo así”.
Cada vez que la tradición pese mas que la Biblia debe ser desechada o al menos examinada para restituirla a su estado original. Esto nos mantendrá con un espíritu humilde y cerca de Dios, ya que sabremos que no nos podemos salvar a nosotros mismos por nuestra justicia sino que dependemos de la justicia de Dios.

También, como lo señala Jesús, las tradiciones solo se interesan por lo exterior, por lo que “entra al hombre” mientras que lo que nos tiene que preocupar es lo que “sale del hombre”. En otras palabras las tradiciones solo se preocupan por lo externo, que parezcamos buenos, limpios y sin pecado, mientras que la Palabra de Dios llega el corazón, las intenciones ocultas y busca cambiar a la persona de a dentro hacia fuera. No solo se preocupa de que parezcamos buenos sino que nos transforma para que lo seamos.