martes, 12 de mayo de 2009

Mr 11.18”… todo el pueblo estaba admirado de su doctrina.”

Jesús está en Jerusalén, ha entrado montado en un pollino, mientras la multitud gritaba “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas!”. Al entrar en la ciudad Jesús se dirigió al templo, miro alrededor y como ya anochecía se fue a Betania con sus discípulos.

Al otro día, ocurre el episodio con la higuera estéril, símbolo de Israel, abundancia de hojas, apariencia de árbol vivo y bueno, apariencia de buenas obras, pero sin fruto, sin la vida de Dios, sin cumplir su propósito. Y al ver la higuera sin frutos, le dijo “Nunca jamás coma nadie fruto de ti.” Que palabras duras, para temblar, porque exactamente eso fue lo que le paso al templo y a Jerusalén, se secaron, quedaron destruidos por no buscar a Dios, por aparentar espiritualidad, “Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí.”. Desafiando a Dios con sus tradiciones humanas.

Luego de este episodio con la higuera, Jesús entra al templo y comenzó a echar a los vendedores y cambistas, que se enriquecían por medio de la religión, se aprovechaban de los pobres, de los que venían de lejos a adorar en el templo. Claro que al verse los sacerdotes sin su fuente de ingreso se enojaron con Jesús y querían matarle. Pero a la vez, le tenían miedo (increíble que sacerdotes le tengan miedo a un predicador itinerante ex – carpintero, ¿no?) porque el pueblo estaba admirado de la doctrina de Jesús. Igual que pasó en las sinagogas de Galilea, una provincia alejada de Jerusalén, así pasa ahora en esta gran ciudad, llena de maestros de la ley, sacerdotes y escribas. El pueblo admiraba las enseñanzas de Jesús, porque el vivía lo que predicaba, el enseñaba con autoridad, no solo eran palabras sino una vida de acción que respaldaba lo que decía. Y como no se iban a maravillar y como no iba a ganarse a los “lideres espirituales” de enemigos?

Jesús, en este pasaje, nos deja una advertencia sobre los falsos líderes, que se secaran como la higuera estéril, y un ejemplo de cómo ser un verdadero líder, viviendo lo que enseña, asombrando a los que nos escuchan.

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