Muy
bien guerreros, hoy comenzamos con el entrenamiento. Luego de tanta
preparación, de los preliminares, hoy llegamos al gran núcleo y centro de
nuestra formación.
Como
han podido observar, el Padrenuestro empieza y termina con una alabanza.
Sus
primeras palabras son Padre nuestro que
estás en los cielos. Veamos en profundidad esta frase:
La
primera palabra, PADRE, tiene varias
aplicaciones:
Ø Ancestro, padre, progenitor. El fundador de una familia o tribu. Y podemos decir, sin ningún tipo
de duda, que Dios es el ancestro de nuestra familia, la humanidad, El nos creó
y nos dio el sello distintivo de Su imagen y semejanza.
Ø Inventor, creador:
También se utiliza la palabra padre para identificar al inventor, el creador de
una sociedad, o aun aquel que infunde su propio espíritu en otros, gobernando
sus mentes. Y en este punto también podemos ver a Dios, el creador de todo,
quien nos ha infundido aliento de vida. Siendo Dios mismo el origen de todo lo
bueno que hay en el mundo.
Bajo
estas dos primeras acepciones, podemos llegar a la conclusión de que Dios es
padre de todos los seres humanos, ya que El es el origen de todo y El nos creó.
Pero hay un punto más que debemos tratar antes de cerrar este tema y es el de
la:
Ø Adopción: Como sabemos, fue
nuestro pecado el que nos alejó de Dios y por el que dejamos de ver a Dios como
nuestro Padre, para apartarlo de nuestro camino y seguir nuestro propio rumbo.
Pero Jesús, el Hijo de Dios, en todo sentido, por ser de Su misma naturaleza, dio su vida para comprarnos. Pago
el precio de nuestra esclavitud en el pecado. Nos rescató con su preciosa
sangre (1 P 1.18-19).
Gracias
a este sacrificio, cuando nosotros recibimos el perdón de Cristo, somos
adoptados en la familia de Dios.
Gá
4.4-6 nos dice claramente que somos adoptados hijos de Dios, y hermanos de
Jesús. Y que podemos llamar a Dios, Abba Padre. Pero sobre este tema ya
hablaremos dentro de un momento.
Ro 8.17
dice que somos herederos de Dios y coherederos con Cristo. ¿Qué significa esto?
Que somos hijos con todos los derechos, y obligaciones, de la familia de Dios.
No somos hijos de “segunda”, sino que somos considerados como Jesús, nuestro
hermano mayor, el primogénito entre muchos hermanos (Ro 8.29). Aunque como Cristo
no hay nadie, Dios nos ha hecho coherederos junto con Él. Obtendremos
bendiciones y promesas junto con Jesús. Que bendición más grande. Y pensando en
esto, ¿no le dan ganas de hacer una pausa y alabar a este Dios tan grande que
nos ha dado tantos regalos junto con Cristo Jesús? (Ro 8.32)
Por si
no sabe porque alabar a Dios, les comparto algunas bendiciones más que nos ha
dado Dios a través de la sangre de Jesús:
Lavó
nuestros pecados Ap 1.5
El
pecado ya no nos domina Ro 6.14
Podemos
entrar con libertad al lugar santísimo, ante la misma presencia de Dios He
10.19
Recibimos
sanidad integral Is 53.5, 1 P 2.24
Nos
libró de la maldición, haciéndose maldición por nosotros. Gá 3.13
Pero no
solamente es EL PADRE, sino NUESTRO PADRE.
Como leímos
en Gá 4.6 (y si no lo hizo es un buen momento para que tome su Biblia, lea el
pasaje, y siga leyendo este texto.) ahora que somos sus hijos podemos llamarle Abba Padre, esto significa que así como
podemos hablar con nuestro papá, sin necesidad de títulos o de presentaciones
formales, sino que cariñosamente le podemos decir, papi, papito, papá, de la
misma manera, con esa confianza, con ese cariño e intimidad podemos acercarnos
a Dios para hablar con Él. Muchas veces nos referimos a Dios como El Señor, y
es verdad, El es Señor de nuestras vidas, de todo lo creado, es el Señor de
Señores y Rey de Reyes. Y orando así, a veces, nos vamos alejando de Dios,
perdiendo la intimidad y manteniendo la distancia. Pero yo pregunto, el hijo
del presidente, ¿Cómo saludará a su papá? “¿Excelentísimo presidente, muy
buenos días?” O “¿Hola papi, como amaneciste hoy?” De la misma manera, nosotros
podemos presentarnos ante el gran trono del Rey de Reyes y decirle abba
Padre, papito querido. El Dios
todopoderoso, Creador de todo lo que existe, que habita la eternidad, nos
invita a nosotros, los cristianos, a que nos acerquemos a Él con confianza y
que le podamos llamar Padre. Dios está buscando una relación de intimidad,
personal y de amor con cada uno de nosotros.
Por fe
podemos llamar al Dios QUE ESTÁ EN LOS
CIELOS, nuestro padre. A diferencia de nuestros padres terrenales, que
algunos fueron buenos, y otros no tanto, nuestro papá celestial, el Dios
Todopoderoso, omnipresente, omnisciente y omnipresente, siempre va a procurar
lo mejor para nosotros. (Lc 11.13). Quizás no hayamos tenido una buena
experiencia con nuestros padres, pero hoy si podemos empezar a gozar de las
bendiciones, del cuidado y la protección que Nuestro Padre Celestial tiene para
cada uno de nosotros.
Con
todo lo que hemos dicho hasta ahora, ¿Cuánto de todo esto está presente en
nuestras oraciones? ¿Nos acercamos a Dios con la confianza de un hijo a su
padre? ¿Lo alabamos por los increíbles beneficios de ser hijos suyos?
¿Entendemos la grandeza, el poder, de nuestro Padre en los cielos, y el
privilegio que tenemos de acercarnos a Él llamando Abba Padre?
Es
tiempo de que comencemos a examinar nuestras oraciones, y empecemos a aplicar
lo que hemos visto hasta ahora.
El
primer paso que debemos tomar es empezar a orar con ese cariño, confianza e
intimidad a Dios, no alejarnos al asombrarnos de Su Majestad, sino acercarnos
por habernos redimido y adoptados en su familia.
Que
cada oración que hagamos pueda tener esa nota de alabanza a Dios por lo que ha
hecho por nosotros.
Pueda salir
de nuestro corazón gratitud por ser adoptados en su familia.
Recordemos
que podemos llamar a Dios, ¡¡Papito querido!!
Ejercicio:
1.
Ejercicio
en grupo: Miércoles 6:00 pm, Sábados 6:30 pm, Domingos 9:00 am.