martes, 10 de abril de 2012

Misión Esperanza: No nos metas en tentación


Muy bien soldados, hemos llegado a la parte de la oración donde veremos como enfrentarnos al enemigo. Hasta ahora hemos realizado alabanzas y peticiones a Dios, y hemos pedido perdón y perdonado. Podríamos pensar que hasta acá llegaría una oración. Hemos cumplido con todo. ¿O no? Jesús siguió orando, "No nos metas en tentación, mas líbranos del mal."
En este capítulo vamos a estar viendo la primera declaración y en el próximo la protección sobre el mal.
Cuando Jesús nos indica que digamos "no nos dejes caer en tentación", nos está diciendo que pidamos a Dios, que las fuerzas que escapan a nuestro control no nos pongan en aprietos. Nos está ordenando que velemos y oremos para no caer en tentación por nuestro propio descuido o desobediencia.
Sabemos que Dios no tienta a nadie porque Él mismo no puede ser tentado (Stg 1.13). Entonces, ¿de donde proviene la tentación? La Biblia nos enseña que nuestro enemigo, el diablo, anda como león rugiente buscando a quien devorar (1 P 5.8).  Y que somos tentados de acuerdo a nuestras concupiscencias (Stg 1.14).
Para poder entender de que manera Dios ha provisto para que no caigamos en tentación, vamos a estudiar brevemente el pasaje de Ef 6.10-18
"Fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza." Para poder afrontar este conflicto, necesitamos poder. Y este proviene de Dios, de la comunión con El.
"Vestíos de toda la armadura de Dios." Debemos ponernos la armadura que Dios nos provee de forma completa, sin omitir ningún elemento.
"Para que podáis estar firmes” La armadura nos ha sido dada para resistir. Mantener una actitud firme al enfrentarnos al enemigo.
"Contra las asechanzas del diablo." Debemos resistir los engaños, las mentiras y las estratagemas del enemigo, de nuestro adversario, el diablo. Que ataca a veces de forma sutil, pero peligrosa.
"Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes." Esto nos tiene que quedar bien claro, no peleamos contra personas u organizaciones. Sino contra las fuerzas espirituales de maldad. Contra gobernantes de las tinieblas. Por eso nuestras armas tienen que ser espirituales y no carnales (2 Co 10.4-5).
"Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo" Para poder resistir en el día de la tentación, debemos ponernos toda la armadura de Dios, De nada sirven las estrategias humanas para resistir. Y, como no sabemos cuando la tentación puede atacar, debemos estar siempre preparados.
"Y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes." Permanecer firme se repite una y otra vez, porque esta batalla, la debemos enfrentar con el propósito de vencer.
"Ceñidos vuestros lomos con la verdad." Se le denomina lomos a la parte del cuerpo que está entre las costillas y la cadera. La prenda de protección que cubría los lomos del soldado romano era la parte primera y más necesaria de su armadura. No sólo servía para conservar la armadura en su lugar, sino para sostener la espada.
Nuestros lomos deben ser cubiertos con la verdad; como creyentes, debemos estar saturados de la verdad de Dios. Debemos saber quiénes somos en Dios, y quién es Dios en nosotros. Y luego actuando según esa verdad, en lugar de actuar según sus emociones.
"Y vestidos con la coraza de justicia." La coraza se usaba sobre el pecho y protegía el corazón y los pulmones. Zonas vitales del cuerpo. Nuestra coraza es la justificación de Dios por medio del sacrificio de Jesús. Esta coraza es la que cuida nuestro corazón de los ataques.
"Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz." En la batalla es de suma importancia poder estar bien parados, estables. Sin trastabillar ni tambalear. Poder dar pasos con firmeza. Para esto son las sandalias. El evangelio nos da firmeza a nuestra vida. En la Palabra encontramos dirección para nuestras vidas. Debemos caminar en la voluntad de Dios
"tomad el escudo de la fe." El escudo era una parte de la armadura que se cargaba sobre el brazo para proteger y cubrir el cuerpo en su totalidad durante la batalla.
La fe nos presta el mismo servicio que el escudo. Nos protege contra los dardos del enemigo. Si creemos en Dios y confiamos en Su Palabra, el enemigo no podrá dañarnos.
"Y tomad el yelmo de la salvación." El yelmo se usaba para proteger la cabeza. El yelmo de la salvación protege nuestras mentes y pensamientos. Debemos pedir y recibir la mente de Cristo, la cual nos ha sido dada a todos los creyentes.
"Y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios." La espada es un arma ofensiva con una hoja de filo adosada a una empuñadura.
La palabra de Dios es el arma entregada al cristiano para poder ahuyentar al enemigo. Por eso es sumamente importante que leamos la Biblia y que la memoricemos para que pueda ser usada en  el momento de las tentaciones, en el momento en que seamos atacados por el enemigo.
"Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu." La última y poderosa pieza de la armadura de Dios es la oración en el Espíritu. Orar en y con el Espíritu. Hasta puede ser en otras lenguas. Esta es la única manera de poder orar sin cesar, cuando oramos en nuestro espíritu. La mente tiene limitaciones, pero el Espíritu sabe orar como conviene Ro 8.26.
"Velando en ello" Se refiere al cuidado que debemos tener para no descuidar la oración, tan esencial para alcanzar la victoria en conflictos espirituales.
"Con toda perseverancia y súplica por todos los santos." No solo debemos orar por nosotros sino por todo el batallón, por todo el ejército. El éxito de uno es el éxito de todos.
¿Cuál es la otra cara de la enseñanza? Que si no oramos, si no nos ponemos la armadura completa de Dios, no podemos resistir los dardos del maligno. ¡No podremos mantenernos en pie!
Este pasaje de Efesios no fue escrito simplemente como una bella metáfora. Fue escrito para que lo obedezcamos y lo apliquemos todos los días de nuestra vida.
¿Pero cómo podemos colocarnos una armadura que no puede ver, tocar o percibir? Por fe. Nos ponemos la armadura al creer y confesar las promesas de Dios. Cada día deberíamos orar para colocarnos la armadura completa de Dios.
Así como aprendimos a vestirnos antes de salir de la casa al colegio o al trabajo, así aprendamos a cada día ponernos toda la armadura de Dios para enfrentar cualquier tentación que provenga del maligno.

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