Quizá la conclusión más importante que puede obtenerse de
lo dicho en la entrada anterior pertenece al área del cambio de paradigma, que
podría denominarse experiencia « ¡Eureka!», y se produce cuando alguien
finalmente «ve» de otro modo la imagen compuesta. Cuanto más apegada esté una
persona a su percepción inicial, más poderosa será la experiencia « ¡Eureka!».
Es como si en nuestro interior de pronto se encendiera una luz.
La expresión cambio de paradigma fue introducida por
Thomas Kuhn en un libro muy influyente, una piedra angular, titulado La
estructura de las revoluciones científicas. Kuhn demuestra que casi todos los descubrimientos
significativos en el campo del esfuerzo científico aparecen primero como
rupturas con la tradición, con los viejos modos de pensar, con los antiguos
paradigmas.
Para Tolomeo, el gran astrónomo egipcio, la Tierra era el
centro del universo. Pero Copérnico creó un cambio de paradigma, suscitando
muchas resistencias y persecuciones al situar al Sol en el centro.
Súbitamente, todo fue objeto de una interpretación
distinta.
El modelo newtoniano de la física es un paradigma de
movimientos regulares y todavía constituye la base de la ingeniería moderna.
Pero es parcial, incompleto. El mundo científico moderno se vio revolucionado
por el paradigma einsteiniano, el paradigma de la relatividad, cuyo valor
predictivo y explicativo es mucho mayor.
Hasta que se elaboró la teoría de los gérmenes, un alto
porcentaje de mujeres y niños morían durante el parto, y nadie entendía por
qué. En las escaramuzas de la guerra, eran más los hombres que morían de pequeñas
heridas y de enfermedades que de traumas importantes sufridos en el frente.
Pero en cuanto se desarrolló la teoría de los gérmenes, un paradigma totalmente
nuevo, un modo mejor y perfeccionado de comprender lo que sucedía, hizo posible
un perfeccionamiento médico extraordinario, significativo.
Los Estados Unidos de hoy en día son el fruto de un
cambio de paradigma. El concepto tradicional del gobierno había sido durante
siglos el de la monarquía, el del derecho divino de los reyes. Entonces se desarrolló
un nuevo paradigma: el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo.
Nació una democracia constitucional, capaz de liberar en gran medida la energía
y el ingenio humanos, que originó un nivel de vida, de libertad, de influencia
y esperanza inigualado en la historia del mundo.
No todos los cambios de paradigma siguen una dirección
positiva. Como ya hemos señalado, el paso de la ética del carácter a la ética
de la personalidad nos ha alejado de las raíces mismas que nutren el verdadero éxito
y la verdadera felicidad.
Pero ya sea que el cambio de paradigma nos empuje en
direcciones positivas o negativas, o que se produzca de modo instantáneo o
gradual, determina que pasemos de una manera de ver el mundo a otra. Ese cambio
genera poderosas transformaciones. Nuestros paradigmas, correctos o
incorrectos, son las fuentes de nuestras actitudes y conductas, y en última
instancia de nuestras relaciones con los demás.
Muchas personas experimentan un cambio de pensamiento
análogo y fundamental cuando afrontan una crisis que amenaza su vida y de
pronto ven sus prioridades bajo una luz diferente, o cuando asumen un nuevo rol,
como el de esposo o esposa, padre o abuelo, directivo o líder.
Podemos pasar semanas, meses, incluso años, trabajando
con la ética de la personalidad para cambiar nuestras actitudes y conductas,
sin siquiera empezar a aproximarnos al fenómeno del cambio que se produce espontáneamente
cuando vemos las cosas de modo diferente.
Resulta obvio que si lo que pretendemos es realizar en
nuestra vida cambios relativamente menores, puede que baste con que nos
concentremos en nuestras actitudes y conductas. Pero si aspiramos a un cambio significativo,
equilibrado, tenemos que trabajar sobre nuestros paradigmas básicos.
Según decía Thoreau, «Mil cortes en las hojas
del árbol del mal equivalen a uno solo en las raíces». Sólo podemos lograr una
mejora considerable en nuestras vidas cuando dejamos de cortar las hojas de la
actitud y la conducta y trabajamos sobre la raíz, sobre los paradigmas de los
que fluyen la actitud y la conducta.