jueves, 2 de octubre de 2008

Mr 1.12 “Y luego el Espíritu le impulsó al desierto.”

Jesús vivió toda su vida guiado por el Espíritu Santo. Cada acción, palabra o pensamiento fue dirigido por el Dios. Por esta la razón las personas lo admiraban, y se quedaban sorprendidos por su autoridad y su doctrina. Jesús dijo que “El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.” Jn 14.13 ya que nosotros debemos vivir cada día guiados por el Espíritu Santo. Los milagros realizados por Jesús, su sabiduría y su conducta intachable fueron hechos porque estaba lleno del Espíritu.
La diferencia entre Jesús y nosotros es que el vivió permanentemente dirigido por el Espíritu mientras que nosotros lo hacemos a veces. Por eso tenemos tantos conflictos con el pecado y el viejo hombre. Nuestra carne se opone al Espíritu, y en nuestro interior hay una guerra entre ella y el Espíritu. La Biblia nos enseña que nuestra antigua vida fue crucificada con Cristo y que hoy somos libres del pecado. Que estamos en libertad para obedecer a Dios, ya que antes, siendo esclavos del pecado, no podíamos ni queríamos. Pero gracias a la muerte de Cristo, hoy nosotros que le hemos aceptados como nuestro Salvador y Señor, podemos andar en el Espíritu, ser guiados por Él y vencer al pecado, la carne, el mundo y Satanás.
Pablo, en Romanos 8 nos comenta algunos beneficios de ser guiados por el Espíritu Santo: No hay condenación, nos libró de la ley del pecado y de la muerte, nos da vida y paz, somos de Dios, da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, el Espíritu intercede por nosotros.
Otra cosa que podemos ver en este versículo es el desierto, un lugar solitario donde Jesús fue, guiado por el Espíritu. Allí tuvo que estar 40 días sin comer y sin agua. Estuvo con fieras. Fue tentado por Satanás. Pero pese a todo eso, el Espíritu lo guió ahí, el venció sobre cada prueba y tentación. Dios siempre estuvo presente, hasta dice que los ángeles le servían. Nosotros hoy podemos estar tranquilos que en cualquier circunstancia, si somos guiados por Dios, contaremos con la presencia de Su Espíritu en cada momento y la fortaleza necesaria para soportar las pruebas o resistir las tentaciones. Incluso, de ser necesario, Dios enviará ángeles a que nos defiendan, nos cuiden, nos sirvan. Y cuantas veces habremos sido ayudados por ellos y no nos hemos dado cuenta. Las gracias sean dadas a Dios, nuestro Señor, el cual nos guía, nos guarda y nos fortalece para afrontar cualquier desierto y salir victoriosos en su poder.

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