jueves, 1 de marzo de 2012

Misión Esperanza: Santificado sea tu Nombre


Soldado, pero mucho más que eso, hermano, que compartimos un mismo Padre, nuestro Padre en los cielos. Hoy vamos a continuar como el Padrenuestro puede ayudarnos en nuestra oración. Ya hemos visto que gracias al sacrificio de Jesús podemos acercarnos a Dios con confianza e intimidad. Y esa es una gran razón para alabarle y darle gracias.
Pero hay mucho más que Jesús, nuestro gran General, quiere enseñarnos acerca de esta arma que nos ha dado para vencer en este mundo caído, lleno de maldad y pecado.
En este capítulo vamos a estudiar: Santificado sea tu nombre.
Para los primeros cristianos, santificar el nombre, frecuentemente se entendía como dar la vida por la fe, sacrificarse, morir por lo que creía. Impresionante, ¿no? Santificamos el nombre de Dios con nuestra vida, con nuestra conducta y la forma en que nos comportamos. Y ante los ojos de los que no lo conocen, el nombre de Dios es santificado por nuestras acciones (Ro 2.24).
La primera palabra, SANTIFICADO, significa, apartado, dedicado. Esto quiere decir que en nosotros debe haber un deseo intenso de que el nombre de Dios sea exaltado, reconocido, adorado, magnificado.  Que Su nombre debe ser elevado, puesto aparte, en un lugar de privilegio, sobre todo.
Para santificar EL NOMBRE de nuestro Padre, debemos conocerlo y entenderlo.
A través de la Biblia encontramos que Dios se ha revelado en varias ocasiones con distintos nombres, o mejor dicho de su nombre, Jehová, acompañado de una palabra especifica según la situación o acontecimiento. Para poder comprender bien cómo vamos a santificar el nombre de Dios, debemos estudiar cada uno de estas revelaciones especiales.
JEHOVÁ: “YO SOY”, el que es auto existente. En su forma original es escrito JHWH. Así como se reveló Dios en la zarza a Moisés (Ex 3.13-15) de la misma manera, la presencia de Dios va a estar con nosotros, de forma personal e intima. Esto implica que Dios mismo va a actuar a favor nuestro y ayudarnos.
JEHOVÁ JIREH: El Señor proveerá (Gn 22.14). En primer lugar Dios nos proveyó de vida, al crearnos. Dios nos ha provisto también de salvación, a través de la sangre de Jesús, como ya hemos visto en el capitulo pasado. Y es evidente que Dios quiere suplir cada una de nuestras necesidades.
JEHOVÁ MEKADDESH: El Señor que santifica (Ex 31.13; Lv 20.8). Dios no solamente nos ha provisto salvación, también nos ha apartado para que seamos su pueblo. Él nos santifica. A través del Espíritu Santo, nos capacita para vivir una vida justa, santa en obediencia a Dios.
JEHOVÁ-NISSI: El Señor es mi bandera (Ex 17.15). La bandera o el estandarte son una señal de guerra, y referidos a Dios, son señal de salvación y liberación. Es un signo de victoria, cuando los enemigos eran derrotados, se elevaba bien alto la bandera de los vencedores. Esto representa lo que nos enseña Pablo, que somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amo. La victoria es nuestra. Dios es nuestra victoria.
JEHOVÁ-RAFA: El Señor sana (Ex 15.26).  Dios, a través del sacrificio de Jesucristo, ha provisto sanidad integral para nosotros. Nueva vida para nuestro espíritu muerto, sanidad de nuestras dolencias del alma, y curación de nuestro cuerpo. Si, en Dios podemos tener completa salud, espiritual, emocional y física. Y si por algún motivo, Dios no sanara nuestro cuerpo, tenemos la seguridad de obtener un nuevo cuerpo incorruptible en los cielos.
JEHOVÁ-ROHI: El Señor es mi pastor (Sal 23.1) Dios, nuestro buen pastor nos:
Protege de los enemigos.
Provee alimento, cariño, comprensión.
Dirige hacia aguas de reposo y lugares espaciosos.
Guía por el buen camino.
Cuida a las enfermas y/o lastimadas.
JEHOVÁ-SABAOT: El Señor de los Ejércitos (1 S 17.45). Dios el supremo comandante, el General de los ejércitos celestiales, la máxima autoridad en esta guerra espiritual. Ese es nuestro líder, nuestro Señor, nuestro Dios, quien nos da la fuerza y la estrategia para derrotar gigantes. ¿Quién puede resistirle?
JEHOVÁ-SHALOM: El Señor es paz (Jue 6.24). Dios ha provisto la paz, por medio de la sangre de Jesús, a nosotros que éramos enemigos suyos.  Y llena nuestras vidas de una paz que sobrepasa todo entendimiento, una paz muy distinta a la que puede proveer el mundo.
JEHOVÁ-SHAMMAH: El Señor está presente (Ez 48.35). Dios nos ha prometido su presencia en nuestra vida. Jesús dijo que quien creyera en Él, el Padre y él harían morada en esa persona, también sabemos que somos templo del Espíritu Santo. Y contamos con la promesa hecha por Jesús de que estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Dios es nuestro compañero, nuestro amigo inseparable que está con nosotros en cada momento y circunstancia. No estamos solos.
JEHOVÁ-TSIDKENU: El Señor nuestra justicia (Jer 23.5-6). Dios se dio a conocer como nuestra justicia. Esto se cumplió en Jesucristo, quien tomando nuestro lugar, pagó por nuestros pecados y nos ha declarado justos, no en virtud de nuestra justicia, sino de Jesús, que nos ha recubierto con Su justicia. Con este hecho, Dios ha decidido perdonar nuestros pecados y, a través de la sangre de Jesús, podemos acercarnos a Dios para pedir perdón. Y queda claro, además, que justificación no depende de nosotros ni de nuestras obras, sino que es solamente Jesucristo, él es nuestra justificación.

Estos nombres de Dios nos revelan parte del carácter de Dios, y también nos muestran cuales son los planes que Dios tiene para nosotros.

Ahora bien, todo esto que hemos visto vamos a aplicarlo a la oración. Como hemos visto en el capitulo pasado, el Padrenuestro comienza con una alabanza. Todo lo que hemos hablado en estos dos capítulos nos dan los motivos por los cuales debemos alabar, adorar y agradecer a Dios.
Les dejo un breve bosquejo para que lo vayamos usando en nuestras oraciones:

1.       Padre nuestro que estás en los cielos
1.1.    Piense por un momento en el sacrificio de Jesús, y en la sangre derramada. Alábelo por los beneficios obtenidos.
1.2.    Agradezca que gracias a ese sacrificio, puede llamar a Dios, Padre.
2.       Santificado sea tu nombre.
2.1.    Decida vivir una vida que santifique y honre el nombre de Dios.
2.2.    Alabe y agradezca a Dios porque Él es:
2.2.1. El gran YO SOY
2.2.2. JIREH, el que provee
2.2.3. MEKADDESH, el que santifica
2.2.4. RAFA, el que sana
2.2.5. NISSI, mi bandera
2.2.6. ROHI, mi pastor
2.2.7. SABAOT, mi máxima autoridad
2.2.8. SHALOM, mi paz
2.2.9. SHAMMAH, mi compañero
2.2.10.   TSIDKENU, mi justicia

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