Ganar/ganar no es una técnica; es una filosofía total de
la interacción humana. De hecho, es uno de los seis paradigmas de esa
interacción. Los paradigmas alternativos son gano/pierdes, pierdo/ganas,
pierdo/pierdes, gano, ganar/ganar o no hay trato.
Ganar/Ganar
El de ganar/ganar es una estructura de la mente y el
corazón que constantemente procura el beneficio mutuo en todas las
interacciones humanas. Ganar/ganar significa que los acuerdos o soluciones son
mutuamente benéficos, mutuamente satisfactorios. Con una solución de
ganar/ganar todas las partes se sienten bien por la decisión que se tome, y se
comprometen con el plan de acción. Ganar/ganar ve la vida como un escenario
cooperativo, no competitivo. La mayoría de las personas tiende a pensar en
términos de dicotomías: fuerte o débil, rudo o suave, ganar o perder. Pero este
tipo de pensamiento es fundamentalmente defectuoso. Se basa en el poder y la
posición, y no en principios. Ganar/ganar, en cambio, se basa en el paradigma
de que hay mucho para todos, de que el éxito de una persona no se logra a
expensas o excluyendo el éxito de los otros.
Ganar/ganar se basa en la creencia de que existe una
tercera alternativa. No se trata de tu éxito o el mío, sino de un éxito mejor
de un camino superior.
Gano/Pierdes
Una alternativa a ganar/ganar es gano/pierdes, el
paradigma de la carrera a las Bermudas. Dice: «Si yo gano, tú pierdes».
Como estilo de liderazgo, gano/pierdes es el enfoque
autoritario: «Si yo consigo lo que quiero, tú no consigues lo que quieres». Las
personas del tipo gano/pierdes son proclives a utilizar la posición, el poder,
los títulos, las posesiones o la personalidad para lograr lo que persiguen.
La mayoría de las personas tiene profundamente inculcada
la mentalidad gano/pierdes desde el nacimiento. La familia es la primera y más
importante de las poderosas fuerzas formadoras.
Cuando se compara a un niño con otro —cuando sobre la
base de esa comparación se otorgan o retiran la paciencia, la comprensión o el amor—
se le conduce a pensar en términos de gano/pierdes. Si el amor está
condicionado, cuando alguien tiene que ganarse el amor, lo que se le está
comunicando es que no es intrínsecamente valioso o digno de ser amado. Lo que
merece el amor no está dentro de él, sino fuera. Depende de la comparación con
algún otro o con alguna expectativa.
¿Y qué sucede en una mente y un corazón joven, sumamente
vulnerable y dependiente del apoyo y la afirmación emocional de los
progenitores, frente al amor condicional? El niño es moldeado, conformado y
programado con la mentalidad del gano/pierdes.
«Si soy mejor que mi hermano, mis padres me querrán más.»
«Mis padres no me quieren tanto como a mi hermana. Yo no
debo de ser tan valioso.»
Otro poderoso agente programador es el grupo de iguales.
El niño desea en primer lugar la aceptación de sus padres, y después la de sus
iguales, sean hermanos o amigos. Y todos sabemos lo crueles que pueden llegar a
ser los iguales. A menudo aceptan o rechazan totalmente sobre la base de la conformidad
a sus expectativas o normas, proporcionando un refuerzo adicional a la
mentalidad del gano/ pierdes.
El mundo académico en los Estados Unidos también refuerza
el guion del gano/pierdes. La «curva de distribución normal» dice básicamente
que uno obtiene una nota de «Sobresaliente» porque a algún otro sólo se le ha
puesto un «Suficiente». El valor de un individuo se obtiene por comparación con
los otros. No se otorga ningún reconocimiento al valor intrínseco; todo se
define extrínsecamente.
No se califica a las personas en comparación con su
potencial o por el uso completo de su capacidad presente. Se las califica en
relación con otras personas. Y las calificaciones son portadoras de valor
social; abren la puerta de las oportunidades o la cierran. En el núcleo del
proceso educativo está la competencia, y no la cooperación. De hecho, la
cooperación se asocia generalmente con el fraude.
Otro poderoso agente programador son los deportes, en
particular en el caso de los muchachos en los años de la escuela media o de la
facultad. A menudo desarrollan el paradigma básico de que la vida es un gran
juego, un juego en el que algunos pierden y otros ganan. «Ganar» es imponerse
en la arena deportiva.
Otro agente es la ley. Vivimos en una sociedad litigiosa.
Lo primero en lo que muchas personas piensan cuando tienen problemas es en
llevar a juicio a alguien, llevarlo a los tribunales, «ganando» a expensas de
otro.
Pero las mentes defensivas no son creativas ni
cooperativas.
Sin duda, necesitamos la ley; de otro modo la sociedad se
deterioraría. Permite sobrevivir, pero no crea sinergia. En el mejor de los
casos, conduce a la transacción. La ley se basa en la contraposición. La
reciente tendencia a estimular a los abogados y a las facultades de derecho
para que se concentren en la negociación pacífica, en las técnicas de
ganar/ganar, y a recurrir a tribunales privados, tal vez no constituya la
solución final, pero refleja una conciencia creciente del problema.
Sin duda, hay un lugar para el pensamiento de gano/pierdes
en situaciones verdaderamente competitivas y de baja confianza. Pero la mayor
parte de la vida no es una competencia. No tenemos por qué vivir compitiendo
con nuestro cónyuge, nuestros hijos, nuestros colaboradores, nuestros vecinos,
nuestros amigos. Sería ridículo preguntar: « ¿Quién está ganando en su
matrimonio?». Si no están ganando los dos miembros de la pareja, no está
ganando ninguno.
La mayor parte de la vida es una realidad
interdependiente, no independiente. La mayoría de los resultados a los que uno
aspira dependen de la cooperación con otros. Y la mentalidad de gano/pierdes no
conduce a esa cooperación.
Pierdo/Ganas
Algunas personas están programadas a la inversa:
pierdo/ganas.
«Yo pierdo, tú ganas.» «Adelante. Imponme lo que
quieres.» «Pisotéame de nuevo. Todos lo hacen.»
«Soy un perdedor. Siempre lo he sido.» «Soy un
conciliador. Haré cualquier cosa para conservar la paz.»
Pierdo/ganas es peor que gano/pierdes, porque no tiene
ninguna norma: ningún requerimiento, ninguna expectativa, ninguna visión.
Las personas que piensan en pierdo/ganas por lo general
están deseosas de agradar o apaciguar. Buscan fuerza en la aceptación o la
popularidad. Tienen poco coraje para expresar sus sentimientos y convicciones,
y la fuerza del yo de los demás las intimida fácilmente.
En la negociación, pierdo/ganas se considera una
capitulación: es ceder o renunciar. Como estilo de liderazgo, representa
permisividad o indulgencia. Pierdo/ganas significa ser un chico formidable,
aunque «los chicos formidables lleguen los últimos».
Las personas gano/pierdes aman a las personas
pierdo/ganas, porque pueden chuparles la sangre. Aman sus debilidades, se
aprovechan de ellas. Esas debilidades complementan sus propias fuerzas.
Pero el problema es que las personas pierdo/ganas entierran
muchos sentimientos. Un sentimiento que no se expresa nunca muere: está
enterrado vivo y surge más adelante de la peor manera. Las enfermedades
psicosomáticas, en particular de los sistemas respiratorio, nervioso y
circulatorio, son a menudo la encarnación del resentimiento acumulado, de la
decepción profunda y de la desilusión reprimida por la mentalidad pierdo/ganas.
La cólera o ira desproporcionadas, la reacción exagerada ante una pequeña
provocación y el cinismo son otras formas de corporizar las emociones
reprimidas.
Las personas que se reprimen constantemente, y no
trascienden los sentimientos para darles un significado superior, acaban
descubriendo que ello afecta la calidad de su autoestima y finalmente la
calidad de sus relaciones con los otros.
Tanto la de gano/pierdes como la de pierdo/ganas son
posiciones débiles, basadas en las inseguridades personales. A corto plazo,
gano/pierdes produce más resultados porque se basa en la a menudo considerable
fuerza y el talento de las personas que están en la cima. Pierdo/ganas es débil
y caótica desde el principio.
Muchos ejecutivos, gerentes y padres oscilan como un
péndulo entre la falta de consideración gano/pierdes y la indulgencia
pierdo/ganas. Cuando ya no pueden soportar la confusión y la falta de
estructura, dirección, expectativas y disciplina, vuelven a gano/pierdes, hasta
que la sensación de culpa socava su resolución y los empuja de nuevo a
pierdo/ganas, para retornar a gano/pierdes empujados por la cólera y la
frustración.
Pierdo/Pierdes
Cuando se reúnen dos personas del tipo gano/pierdes es
decir, cuando interactúan dos individuos resueltos, obstinados, egoístas, el
resultado será pierdo/pierdes. Ambos perderán. Los dos se vuelven vengativos y
quieren recobrar lo que se les quite o «hacérselas pagar» al otro, ciegos al
hecho de que el asesinato es suicidio, de que la venganza es un arma de doble
filo.
Algunas personas se concentran tanto en un enemigo, les
obsesiona tanto la conducta de otra persona, que se vuelven ciegas a todo,
salvo a su deseo de que esta persona pierda, incluso aunque esto signifique que
pierdan las dos. Pierdo/pierdes es la filosofía del conflicto, la filosofía de
la guerra.
Pierdo/pierdes es también la filosofía de las personas
altamente dependientes sin dirección interior, que son desdichadas y piensan
que todos los demás también deben serlo. «Si nadie gana nunca, tal vez ser un
perdedor no sea tan malo.»
Gano
Otra alternativa común es simplemente pensar «gano». Las
personas con mentalidad de «gano» no necesariamente tienen que querer que algún
otro pierda. Esto es irrelevante. Lo que les importa es conseguir lo que
quieren.
Cuando no hay un sentido de confrontación o competencia,
el de «gano» es probablemente el enfoque más común en una negociación. Una
persona con mentalidad de «gano» piensa en términos de asegurarse sus propios
fines, permitiendo que las otras personas logren los de ellas.
¿Cuál es la mejor opción?
De las cinco filosofías que hemos examinado hasta ahora
(ganar/ganar, gano/pierdes, pierdo/ganas, pierdo/pierdes y gano), ¿cuál es la
más efectiva? La respuesta es: «Depende». Si ganamos un partido de fútbol, ello
significa que el otro equipo ha perdido. Si uno trabaja en una oficina regional
que está a kilómetros de distancia de otra oficina regional, y entre las dos
oficinas no existe ninguna relación funcional, tal vez resulte deseable
competir en una situación gano/ pierdes para estimular los negocios. Pero no
pretenderemos establecer una situación gano/pierdes como la de la «carrera a
las Bermudas» en el seno de una empresa o cuando se necesita la cooperación de
personas o grupos para alcanzar el éxito máximo.
Cuando uno valora una relación y el problema no es
realmente importante, puede optarse por la filosofía de pierdo/ganas para
reafirmar auténticamente a la otra persona. «Lo que quiero no es realmente tan
importante para mí como mi relación contigo. Esta vez, haz lo que quieras.»
También puede recurrirse a la filosofía de pierdo/ganas si se percibe que el
tiempo y el esfuerzo necesarios para ganar, de alguna manera, significarían
violar otros valores superiores. Tal vez no valga la pena luchar tanto.
Hay circunstancias en las que se desea ganar, y uno no
está muy preocupado por el modo en que ese triunfo incida en los otros. Por
ejemplo, si estuviera en peligro la vida de nuestro hijo, sólo muy
secundariamente nos preocuparían las otras personas y circunstancias. Salvar
esa vida tendría una importancia suprema.
De modo que la mejor opción depende de la realidad. El
desafío es interpretar esa realidad con exactitud y no aplicar automáticamente
a todas las situaciones un paradigma de gano/pierdes u otra programación
interior.
De hecho, la mayoría de las situaciones forman parte de
una realidad interdependiente, y entonces ganar/ganar es en realidad la única
alternativa viable de las cinco.
Gano/pierdes no es viable porque, aunque parezca que gano
es una confrontación con usted, sus sentimientos, sus actitudes con respecto a
mí y nuestra relación siempre quedan afectados. Si, por ejemplo, yo soy un proveedor
de su empresa, y gano en mis propios términos en una negociación particular,
tal vez consiga lo que quiero en ese momento. Pero, ¿volverá usted a recurrir a
mí? Mi «gano» a corto plazo será en realidad un «pierdo» a largo plazo si no lo
retengo a usted como cliente. De modo que un gano/pierdes interdependiente es
en realidad un pierdo/pierdes a largo plazo.
Si alcanzamos una actitud de pierdo/ganas, tal vez, por
el momento, usted obtenga lo que quería. Pero, ¿cómo afectará esto a mi manera
de ver mi trabajo con usted y el cumplimiento del contrato? Puede que yo no
esté tan ansioso por complacerlo siempre. Quizás en las negociaciones futuras
mi herida todavía esté sangrando. Mi actitud respecto de usted podría
difundirse, pues estoy en relaciones con colegas de la misma rama de la
industria. De modo que caemos de nuevo en un pierdo/pierdes. Pierdo/pierdes,
obviamente, no es viable en ningún contexto.
Y si yo me centro en mi propio «gano» y ni siquiera tengo
en cuenta su punto de vista, no habrá ningún tipo de base para una relación
productiva.
A largo plazo, si no ganamos los dos, ambos perdemos. Por
ello la filosofía de ganar/ganar es la única alternativa real en las realidades
interdependientes.
Ganar/ganar o no hay trato
Si estos individuos no llegaran a una solución sinérgica
—con la que todos estuvieran de acuerdo— podrían recurrir a una expresión
superior del paradigma ganar/ganar: «ganar/ganar o no hay trato».
No hay trato significa que, si no podemos encontrar una
solución que beneficie a ambas partes, coincidiremos en disentir de común
acuerdo: no hay trato. No se ha creado ninguna expectativa, ni se ha
establecido ningún contrato. Yo no lo acepto a usted como empleado, ni vamos a
emprender juntos una tarea particular, porque es obvio que nuestros valores o
nuestras metas van en direcciones opuestas. Es mucho mejor comprenderlo desde
el principio, y no más adelante, cuando las expectativas creadas lleven a la
desilusión de todas las partes.
Cuando se tiene presente la opción del «no hay trato», se
puede decir con honestidad: «Solamente me interesa un acuerdo ganar/ganar.
Quiero ganar y quiero que usted gane. No pretendo hacer mi voluntad si a usted
le molesta, porque finalmente ello saldrá a la superficie más adelante y
provocará una retirada. Por una parte, tampoco creo que usted vaya a sentirse
bien si hace su voluntad y yo cedo. Trabajemos para conseguir un acuerdo del
tipo ganar/ganar. Tratemos realmente de forzarlo. Pero si no podemos,
pongámonos de acuerdo en que no habrá trato. Será preferible eso que
sobrellevar una decisión que no resulte adecuada para los dos.
Tal vez en otra oportunidad podamos ponernos de acuerdo».
En una realidad interdependiente, cualquier cosa inferior
a ganar/ganar es un pobre intento que afectará la relación a largo plazo. El
costo de ese efecto tiene que sopesarse cuidadosamente. Si uno no puede llegar
a un verdadero acuerdo del tipo ganar/ganar, es preferible no pactar, optando
por la variante del «no hay trato».
La filosofía de ganar/ganar o no hay trato proporciona una
tremenda libertad emocional en las relaciones familiares. Si los miembros de la
familia no pueden ponerse de acuerdo sobre qué vídeo van a alquilar para que
todos lo disfruten, pueden simplemente decidir hacer otra cosa (no concertar
trato) en lugar de aceptar que unos pasen bien la noche a expensas de otros.
El enfoque ganar/ganar o no hay trato es sumamente
realista en el principio de una relación comercial o de una empresa. En una
relación empresarial ininterrumpida, «no hay trato» puede que no sea una opción
viable, lo cual crea problemas serios, especialmente en el caso de empresas o
negocios familiares iniciados sobre la base de una relación personal estrecha.
Para preservar la relación, a veces las personas pasan de
una solución de transacción a otra, durante años, pensando en gano/pierdes o
pierdo/ganas aunque no dejen de hablar en términos de ganar/ganar. Esto origina
dificultades graves a las personas y a la empresa, en particular si las
empresas competidoras operan sobre una base sinérgica de ganar/ganar.
Sin la alternativa de «no hay trato», muchas de esas
empresas sencillamente se deterioran y quiebran, o deben ponerse en manos de
gerentes profesionales. La experiencia demuestra que al establecer una empresa
familiar o entre amigos suele ser mejor reconocer una posibilidad futura de
«ningún trato», estipulando algún tipo de acuerdo de compra-venta, de manera
que el negocio pueda prosperar sin dañar permanentemente la relación.
Desde luego, hay algunas relaciones en las que el «no hay
trato» no es viable. Yo no abandonaría a mi mujer y mis hijos recurriendo a un
«no hay trato» (de ser necesario, sería mejor una transacción, una forma
inferior de ganar/ganar). Pero en muchos casos es posible entrar en
negociaciones con una actitud tajante de ganar/ganar o no hay trato. Y la
libertad que proporciona esa actitud es increíble.
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