Como el segundo hábito se basa en un principio, tiene una
aplicación amplia. Los individuos, familias, grupos de servicio y
organizaciones de todo tipo se vuelven significativamente más efectivos cuando
empiezan con un fin en mente.
Muchas familias se desenvuelven sobre la base de crisis,
estados de ánimo, arreglos transitorios y gratificaciones instantáneas, y no en
principios sanos. Los síntomas suben a la superficie cada vez que crecen la
presión y la tensión: las personas se vuelven críticas, cínicas o silenciosas,
o bien empiezan a vociferar o a presentar reacciones exageradas. Los niños que
observan esos tipos de conducta crecen pensando que los únicos modos de
resolver los problemas son la lucha o la evasión.
El núcleo de toda familia es lo que no cambia, lo que
siempre estará allí: un punto de vista y valores compartidos. Al redactar un
enunciado de la misión de la familia, damos expresión a sus verdaderos
cimientos.
Ese enunciado de la misión se convierte en la constitución
de la familia, su norma, el criterio para la evaluación y la toma de
decisiones. Le otorga continuidad y unidad, así como dirección. Cuando los
valores individuales se armonizan con los de la familia, todos sus miembros
trabajan juntos con fines comunes profundamente sentidos.
Una vez más, el proceso es tan importante como el
producto. El hecho mismo de escribir y redefinir un enunciado de la misión se
convierte en un modo clave de mejorar la familia. El trabajo conjunto para
redactar un enunciado de la misión genera CP para vivirlo.
Al obtener la contribución de cada uno de los miembros de
la familia, redactar un enunciado, recoger los comentarios, revisarlo y
utilizar las expresiones de todos, se logra que la familia se comunique, hable
sobre lo que le interesa profundamente. Los mejores enunciados de la misión son
el resultado de la reunión de los miembros de la familia con un espíritu de
respeto mutuo, con la expresión de sus diferentes puntos de vista, y un trabajo
en común para crear algo más grande que lo que cualquiera de los individuos
podría hacer por sí solo. La revisión periódica para ampliar la perspectiva,
cambiar el énfasis o el rumbo, enmendar o dar un nuevo significado a frases
desgastadas por el tiempo, puede mantener a la familia unida en torno a valores
y propósitos comunes.
El enunciado de la misión se convierte en el marco de
referencia para pensar y gobernar la familia. Cuando llegan los problemas y las
crisis, allí está la constitución que recuerda a los miembros de la familia cuáles
son las cosas más importantes, y orienta la resolución de problemas y la toma
de decisiones basadas en principios correctos.
Cuando planificamos nuestras metas y actividades
familiares, decimos: «A la luz de estos principios, ¿cuáles son las metas con
las que vamos a trabajar? ¿Cuáles son nuestros planes de acción para alcanzar
las metas y actualizar esos valores?».
Se debe revisar el enunciado con frecuencia y reelaborar
metas y tareas al menos dos veces por año para que reflejen la situación en
términos reales, para mejorarla, fortalecerla. Ello nos da nuevas fuerzas,
vuelve a comprometernos con aquello en lo que creemos y que representamos.
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