Al centrar nuestra vida en principios correctos, creamos
una base sólida para el desarrollo de los cuatro factores sustentadores de la
vida.
Nuestra seguridad proviene entonces de saber que, a
diferencia de otros centros basados en personas o cosas sujetas a cambios
frecuentes e inmediatos, los principios correctos no cambian. Podemos depender
de ellos.
Los principios no reaccionan ante nada. No enloquecen ni
empiezan a tratarnos de otro modo. No se divorcian de nosotros ni se van con
nuestros mejores amigos. No están ansiosos por conquistarnos. No pueden
pavimentar nuestro camino con parches y remiendos rápidos. Su validez no
depende de la conducta de otros, ni del ambiente ni de la moda del día. Los
principios no mueren. No están un día aquí para irse al día siguiente.
Están a salvo de incendios, terremotos o robos.
Los principios son verdades profundas, fundamentales,
verdades clásicas, denominadores comunes. Son hebras estrechamente entretejidas
que atraviesan con exactitud, consistencia, belleza y fuerza la trama de la
vida.
Incluso entre personas o circunstancias que parecen
ignorarlos, podemos sentirnos seguros sabiendo que son más grandes que las
personas y las circunstancias, y que han triunfado durante miles de años, una y
otra vez. Lo que es más importante, podemos sentirnos seguros sabiendo que
estamos en condiciones de aplicarlos a nuestras vidas, con nuestra propia
experiencia.
Desde luego, no somos omniscientes. Nuestro conocimiento
y comprensión de los principios correctos están limitados por nuestra propia
falta de conciencia respecto de nuestra verdadera naturaleza y del mundo que
nos rodea, y por el diluvio de filosofías y teorías tendenciosas que no guardan
armonía con los principios correctos. Esas ideas se aceptarán durante una
temporada, pero, lo mismo que en muchos otros casos anteriores, no habrán de
durar, porque sus cimientos son falsos.
Somos limitados, pero podemos hacer retroceder los
límites. La comprensión del principio de nuestro propio desarrollo nos permite
escoger principios correctos con la confianza de que, cuanto más aprendamos,
con mayor claridad podremos enfocar la óptica a través de la cual vemos el
mundo. Los principios no cambian; la comprensión que tenemos de ellos, sí.
La sabiduría y la guía que acompañan a la vida centrada
en principios provienen de mapas correctos, del modo en que las cosas son
realmente, han sido y serán. Los mapas correctos nos permiten ver con claridad
adonde queremos ir y cómo llegar allí. Podemos tomar nuestras decisiones usando
los datos correctos que permitirán una realización posible y significativa.
El poder personal que surge de la vida centrada en
principios es el poder de un individuo autoconsciente, inteligente, proactivo,
no limitado por las actitudes, conductas y acciones de los demás ni por muchas
de las circunstancias e influencias ambientales que coartan a otras personas.
La única limitación real del poder está constituida por
las consecuencias naturales de los principios mismos.
Podemos elegir libremente nuestras acciones, basándonos
en nuestro conocimiento de los Principios correctos, pero no tenemos la
libertad de elegir las consecuencias de esas acciones. «No se puede levantar
una punta del palo sin levantar también la otra.»
Los principios siempre tienen consecuencias naturales.
Hay consecuencias positivas cuando vivimos en armonía con ellos. Las
consecuencias son negativas cuando los ignoramos. Pero como esos principios se
aplican a todo el mundo (se tenga o no conciencia de ello) esta limitación es universal.
Y cuanto más sabemos de los principios correctos, mayor es nuestra libertad
personal para actuar con sabiduría.
Al centrar nuestras vidas en principios intemporales
constantes, creamos un paradigma fundamental de la vida efectiva. Es el centro
que sitúa en perspectiva a todos los otros centros.
Recuerde que su paradigma es la fuente de la que fluyen
sus actitudes y conductas. Un paradigma es como un par de lentes; afecta el
modo en que lo vemos todo en la vida. Si miramos las cosas a través del paradigma
de los principios correctos, lo que vemos será espectacularmente distinto de lo
que se percibiría a través de cualquier otro paradigma centrado.
Para comprender rápidamente las diferencias que su centro
determina, consideremos el ejemplo de un problema específico tal como aparece a
través de los diferentes paradigmas. Mientras lee, trate de ir poniéndose cada
par de lentes. Trate de sentir las respuestas que surgen de los diferentes
centros.
Supongamos que esta noche ha invitado a su esposa a un concierto.
Usted tiene las entradas, ella está entusiasmada. Son las cuatro de la tarde,
en la oficina.
De pronto, su jefe le llama y le dice que necesita su
ayuda durante unas cuantas horas para preparar una reunión importante que
tendrá lugar a las 9 de la mañana del día siguiente.
Si usted está mirando a través de lentes centrados en el
cónyuge o en la familia, su principal preocupación será su mujer. Tal vez le
diga al jefe que no puede quedarse, y la llevará a ella al concierto, en un
esfuerzo por hacerla feliz. Quizá sienta que tiene que quedarse para mantenerse
en su puesto, pero lo hará de mala gana, ansioso por la posible reacción de su
mujer, tratando de justificar su decisión y protegerse de la frustración o
irritación de su esposa.
Si usted está mirando a través de una lente centrada en
el dinero pensará sobre todo en las horas extras que le pagarán y en la
influencia que puede tener en un ascenso potencial el hecho de que se quede a
trabajar hasta tarde. Tal vez llame por teléfono a su esposa y le diga que
tiene que quedarse, dando por sentado que ella comprenderá que los
requerimientos económicos son prioritarios.
Si usted está centrado en el trabajo, probablemente
piense en la oportunidad que se le presenta. Podría ganar algunos puntos con el
jefe y ascender en su carrera. Tal vez se alegre de poder trabajar más de lo
estipulado, como prueba de lo trabajador que es. ¡Su esposa estará orgullosa de
usted!
Si usted está centrado en las posesiones pensará en las
cosas que podrá comprarse con lo que le paguen por las horas extras, o
considerará las ventajas que obtendrá su reputación en la oficina por el hecho
de que se quede a trabajar hasta tarde. Todos sabrán mañana lo noble,
sacrificado y dedicado que es usted.
Si usted está centrado en el placer, lo probable es que
rechace el trabajo y vaya al concierto, aunque a su mujer le hubiera gustado
que se quedara a trabajar. ¡Usted se merece una noche de diversión!
Si usted está centrado en los amigos, su decisión se verá
influida por el hecho de que haya invitado o no a algunos amigos a ir al
concierto. O de que sus amigos de la oficina también se queden a trabajar.
Si usted está centrado en los enemigos, puede que se
quede porque sabe que de ese modo obtendrá una considerable ventaja sobre una
persona de la oficina que cree ser el principal recurso de la compañía.
Mientras ella se divierte, usted estará trabajando como un esclavo, haciendo su
propia tarea y además la de ella, sacrificando su placer personal por el bien
de la compañía que ella se permite ignorar alegremente.
Si usted está centrado en la Iglesia, podría verse
influido por los planes de otros miembros de la Iglesia que proyectan asistir
al concierto, por el hecho de que algunos miembros de la Iglesia trabajen o no
en su misma oficina o por la naturaleza del concierto (el Mesías de Haendel
sería más prioritario que un concierto de rock).
Su decisión podría también verse afectada por lo que
usted piensa que haría «un buen miembro de la Iglesia», y por la circunstancia
de que usted considerara el trabajo como «servicio» o como «búsqueda de
riquezas materiales».
Si usted está centrado en sí mismo, sopesará qué le
conviene más. ¿Sería mejor para usted salir esa noche? ¿O ganar unos puntos con
el jefe? Su principal preocupación será el efecto que pueden ejercer en usted
mismo las diferentes opciones.
Cuando consideramos los diversos modos de ver un hecho
único, ¿puede sorprender que en nuestras interacciones encontremos problemas de
percepción del tipo «joven/anciana»? ¿Comprende el lector cuan esencialmente
nos afectan nuestros centros? ¿Cómo afectan nuestras motivaciones, nuestras
decisiones cotidianas, nuestras acciones o, en demasiados casos, nuestras
reacciones, nuestras interpretaciones de los hechos? Por ello resulta tan
importante identificar el propio centro. Y si ese centro no nos permite ser
personas proactivas, es fundamental para la efectividad operar los cambios de
paradigma necesarios para crear un centro que sí lo haga.
Como persona centrada en principios, usted trata de tomar
distancia respecto de la emoción de la situación y de los otros factores que
influirían en usted, y evalúa las opciones. Atendiendo al todo equilibrado (las
necesidades laborales, familiares, las otras necesidades que puedan estar
involucradas y las posibles implicaciones de las diversas decisiones
alternativas) tratará de llegar a la mejor solución, teniendo en cuenta todos
los factores.
Ir al concierto o quedarse trabajando es en realidad sólo
una pequeña parte del problema de tomar una decisión efectiva. Desde algunos
otros centros podría hacerse la misma elección. Pero cuando uno parte de un
paradigma centrado en principios existen varias diferencias importantes.
Primero, no actúan sobre usted otras personas o las
circunstancias. Uno elige proactivamente lo que determina como mejor
alternativa. Toma su decisión con conciencia e inteligencia.
Segundo, usted sabe que su decisión es más efectiva
porque se basa en principios con resultados predecibles a largo plazo.
Tercero, lo que usted elige hacer fortalece sus valores vitales
más profundos. Quedarse trabajando para superar laboralmente a alguien de la
oficina supone pasar una noche totalmente distinta que si uno se queda porque
valora la efectividad del jefe y desea auténticamente contribuir al bienestar
de la empresa. Las experiencias que se sienten cuando uno pone en práctica las
propias decisiones adquieren calidad y significado en el contexto de nuestra
vida entendida como un todo.
Cuarto, usted puede comunicarse con su esposa y su jefe
dentro de las fuertes redes que ha creado en sus relaciones interdependientes.
Como es independiente, puede ser efectivamente interdependiente. Podría delegar
todo lo delegable de la tarea, y terminar antes el resto.
Por último, usted se sentirá cómodo con su decisión. Sea
cual fuere, podrá concentrarse en ella y disfrutarla.
Puesto que es una persona centrada en principios, ve las
cosas de otro modo. Y como ve las cosas de otro modo, también piensa y actúa de
otra manera. Tiene un alto grado de seguridad, guía, sabiduría y poder, que fluyen
de un núcleo sólido y constante; por lo tanto, ha aumentado una vida altamente
proactiva y efectiva.
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