El segundo hábito se basa en principios de liderazgo
personal, lo que significa que el liderazgo es la primera creación. Liderazgo
no es administración. La administración es la segunda creación, que examinaremos
en el capítulo sobre el tercer hábito. Pero el liderazgo va primero.
La administración se centra en el límite inferior: ¿cómo
puedo hacer mejor ciertas cosas? El liderazgo aborda el límite superior:
¿cuáles son las cosas que quiero realizar? En palabras de Peter Drucker y
Warren Bennis, «administrar es hacer las cosas bien; liderar es hacer las cosas
correctas». La administración busca la eficiencia en el ascenso por la escalera
del éxito; el liderazgo determina si la escalera está o no apoyada en el lugar
correcto.
Se puede captar rápidamente la importante diferencia que
existe entre ambos conceptos pensando en un grupo de productores que se abren
camino en la selva con sus machetes. Son los productores, los que resuelven los
problemas, los que cortan la maleza y limpian el camino.
Los administradores van detrás de ellos, afilando los
machetes, escribiendo manuales de política y procedimientos, llevando adelante
programas para el desarrollo muscular, introduciendo tecnologías perfeccionadas
y estableciendo hojas de trabajo y programas remunerativos para los macheteros.
El líder es el que trepa al árbol más alto, supervisa
toda la situación, y grita: « ¡Selva equivocada!».
Pero, ¿cómo suelen responder los ajetreados productores y
administradores? « ¡Cállate! ¡Estamos avanzando!»
Como individuos, grupos y empresas estamos a menudo tan
atareados cortando maleza que ni siquiera nos damos cuenta de que trabajamos en
la selva equivocada. Y el cambiante entorno en el que vivimos hace del
liderazgo efectivo, hoy más que nunca, un factor crítico de todos los aspectos
de la vida independiente e interdependiente.
Tenemos mayor necesidad de una visión, una meta y una
brújula (un conjunto de principios o instrucciones), y menos necesidad de un
mapa de ruta. Frecuentemente no sabemos cómo será el terreno que tenemos que
atravesar, o qué necesitaremos para atravesarlo; mucho dependerá del juicio que
formulemos en ese momento. Pero una brújula interna siempre nos indicará la
dirección.
La efectividad —y a menudo incluso la supervivencia— no
depende sólo del esfuerzo realizado, sino también de que se realice en la selva
correcta. Y la metamorfosis que tiene lugar en casi todas las industrias y profesiones
requiere liderazgo primero y administración después.
El mercado empresarial está cambiando con tanta rapidez
que muchos de los productos y servicios que satisfacían los gustos y
necesidades del consumidor hace unos pocos años ahora se han quedado obsoletos.
El liderazgo proactivo enérgico debe controlar
constantemente el cambio ambiental, en particular los hábitos y motivos del
cliente, y proporcionar la fuerza necesaria para organizar los recursos en la
dirección correcta.
Cambios tales como la desregulación de la industria
aérea, los costos astronómicos de los servicios sanitarios y la mayor calidad y
cantidad de automóviles importados inciden de modo significativo en el ambiente.
Si las industrias no controlan el ambiente, sus propios equipos de trabajo y el
ejercicio del liderazgo creativo para seguir avanzando en la dirección
correcta, ningún tipo de administración experta podrá impedir que fracasen.
Una administración eficiente sin un liderazgo efectivo es
(según alguien lo ha definido) «como alinear las sillas en la cubierta del
Titanic». Ningún éxito administrativo puede compensar el fracaso del liderazgo.
Pero el liderazgo es difícil porque a menudo caemos en Paradigmas de
administración.
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