viernes, 14 de noviembre de 2014

Lo que significa «empezar con un fin en mente»

Realizando con seriedad esta experiencia de visualización, se llega a alcanzar por un momento algunos de los valores más profundos y fundamentales. Se ha establecido un contacto breve con el sistema de guía interior que se encuentra en el corazón de su círculo de influencia.
Consideremos las palabras siguientes de Joseph Addison:
Cuando contemplo las tumbas de los grandes, desaparece de mí cualquier tipo de envidia; cuando leo los epitafios de las mujeres hermosas, desaparece todo deseo encendido; cuando veo el pesar de los padres ante la lápida de un hijo, mi corazón se llena de compasión; ante las tumbas de esos mismos padres, pienso en la vanidad de sufrir por seres a los que pronto habremos de seguir; cuando veo a reyes yaciendo junto a quienes los destronaron, cuando considero a espíritus ingeniosos rivales colocados lado a lado, o al santo que dividió el mundo con sus protestas y disputas, reflexiono con tristeza y asombro sobre las pequeñas luchas, enfrentamientos y conflictos de la humanidad. Cuando leo las fechas de las tumbas, de alguien que murió ayer, y de otro que murió hace seiscientos años, pienso en el gran Día en el que todos seremos contemporáneos y realizaremos juntos nuestra aparición.
Aunque el segundo hábito se aplica a muchas circunstancias y niveles de vida diferentes, la aplicación fundamental de «empezar con un fin en mente» consiste en empezar hoy con la imagen, el cuadro o el paradigma de vida como marco de referencia o criterio para el examen de todas las otras cosas. Cada parte de su vida (la conducta de hoy, la de mañana, la de la semana que viene, la del mes que viene) puede examinarse en el contexto del todo, de lo que realmente a usted le importa más. Teniendo claramente presente ese fin, usted puede asegurarse de que lo que haga cualquier día particular no viole los criterios que ha definido como de importancia suprema, y que cada día contribuya de un modo significativo a la visión que usted tiene de su vida como un todo.
Empezar con un fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de su destino. Significa saber adónde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta.
Resulta increíblemente fácil caer en la trampa de la actividad, en el ajetreo de la vida, trabajar cada vez más para trepar por la escalera del éxito, y descubrir finalmente que está apoyada en la pared equivocada. Es posible estar atareado —muy atareado— sin ser muy efectivo.
A menudo las personas se encuentran logrando victorias vacías, éxitos conseguidos a expensas de cosas que súbitamente se comprende que son mucho más valiosas. Personas pertenecientes a todos los trabajos (médicos, académicos, actores, políticos, ejecutivos, atletas y fontaneros) a menudo luchan por lograr ingresos más altos, más reconocimiento o un cierto grado de competencia profesional, sólo para descubrir que su ansiedad por alcanzar la meta les ha privado de cosas que realmente importan y que ya han quedado fuera de sus posibilidades.
Cuan distintas son nuestras vidas cuando sabemos qué es lo verdaderamente importante para nosotros, y, manteniendo ese cuadro en mente, actuamos cada día para ser y hacer lo que en realidad nos interesa. Si la escalera no está apoyada en la pared correcta, cada paso que demos no hará más que acercarnos antes al lugar erróneo. Podemos estar muy atareados, podemos ser muy eficientes, pero sólo seremos también verdaderamente efectivos cuando empecemos con un fin en mente.
Si se considera con cuidado lo que se quiere que digan de uno en la experiencia del funeral, se encontrará la definición personal del éxito. Tal vez sea muy diferente de la definición que usted creía comprender. Es posible que la fama, el éxito, el dinero o algunas de las otras cosas por las que luchamos ni siquiera formen parte de la pared correcta.

Cuando uno empieza con un fin en mente, alcanza una perspectiva distinta. Al morir un amigo común, un hombre le preguntó a otro: « ¿Cuánto dejó?». La respuesta fue: « ¡Lo dejó todo!».

No hay comentarios: